Las enfermedades neurodegenerativas en personas mayores (demencias como el Alzheimer, la demencia fronto-temporal, demencia por cuerpos de Lewi o el Párkinson), son la punta del iceberg de una serie de problemas que se van fraguando años antes de que aparezcan estos diagnósticos.
Debido a este hecho, es de vital importancia que podamos valorar e identificar correctamente las primeras manifestaciones cognitivas, conductuales y emocionales que con su desarrollo provocan los cuadros clínicos característicos de las patologías mencionadas.
Conviene también decir que no porque tengamos despistes ocasionales de memoria, no salga una palabra o no conocer puntualmente a alguien, tenga necesariamente que desarrollarse un problema tan importante y grave como el Alzheimer. Existen diferentes grados dentro de algunos problemas neurológicos que podemos encontrar durante la tercera edad media y tardía, y no todos llevan necesariamente a una enfermedad.
Dicho esto, vamos a intentar saber detectar estos primeros síntomas que nos puedan poner en modo “alerta”:
- Cuestiones relacionadas con la incapacidad de retener información nueva en la memoria y poder recordarla después: el problema aquí puede venir de fallos en la memoria o la atención. Sucede muchas veces que lo que pensamos son cuestiones relacionadas con la memoria provienen de una capacidad reducida de mantener la atención durante un tiempo prolongado o saber seleccionar qué cosas es importante que “enfoquemos”, entre otras causas. Esto provoca que, al ser incapaz de atender a lo que hacemos, su fijación en la memoria sea deficiente.
- Problemas cada vez más claros relacionados con actividades complejas como la gestión económica, toma de medicación, manejo y coordinación de los asuntos domésticos, planificación y desarrollo de la comida y recetas, la capacidad de conducción… son las actividades cotidianas que más recursos cognitivos demandan (más que, por ejemplo, la capacidad de alimentarse o vestirse). Los fallos que comencemos a detectar en ellas pueden ser claros indicadores de que algo no va como debería.
- Falta de iniciativa para realizar actividades que nos resulten agradables, continuas quejas de que “ya no se sirve para nada”, ausencia de emociones llamadas “positivas” como la alegría o la tranquilidad, cambios en el comportamiento o desinhibición en su forma de ser, dejadez personal o falta de aseo, ausencia de apetito y abandono físico. También el estrés y sufrimiento emocional conlleva daños a nivel cerebral que acentúan problemas existentes.
- Déficits en el reconocimiento de objetos cotidianos o en su uso. Este tipo de problemas usualmente comienzan a aparecer en etapas más avanzadas dentro de una posible enfermedad. Por ello, son signos claros de problemas más importantes que un olvido.
- Problemas relacionados con la orientación espacial (desorientación en trayectos conocidos, por ejemplo), orientación temporal (desconocimiento del día, mes o año, de los diferentes momentos del día…) u orientación personal (problemas en saber datos relativos a nosotr@s mism@s como fechas de nacimiento, edad, cumpleaños importantes…).
Todas estas señales son orientativas y pueden servirnos para valorar la posibilidad de que algo esté sucediendo. Lo realmente importante es que cuanto antes se pueda actuar, más lento será el desarrollo de una posible enfermedad y antes podemos comenzar a entrenar las capacidades que permitan mantener la mayor independencia y calidad de vida posible. Además está demostrado que la prevención, la estimulación y rehabilitación y dar los apoyos necesarios son las armas más efectivas que hoy tenemos para ello.
En CogniVita, Centro de Psicología y rehabilitación en Zafra, estamos especializados en la rehabilitación cognitiva de este tipo de problemas neurodegenerativos.